Reflexìon

vivencias.

Dando un breve repaso a mi vida, diré que pertenezco a una familia media en la que mi infancia transcurrió de un modo relativamente feliz. Me eduqué en un colegio religioso hasta la época de mi juventud. Ni qué decir tiene que entonces era yo católica practicante y debido al exceso de rezos, misas, cánticos, etc., a que estuve condicionada, terminé apartándome de dichas prácticas.

Mi reacción fué de rebeldía hacia una sociedad que me parecia hipócrita. No me gustaban los condicionamientos, ni los prejuicios sociales, con lo cual, prescindía a veces de sus normas. A pesar de que me dolía ser mal vista, era más fuerte mi
convicción que las consecuencias que acarreaban mis decisiones. Este hecho, teniendo en cuenta que vivía en un pueblo donde todos nos conocíamos, provocó que fuera señalada y criticada, pero a pesar de eso no rectifiqué mi postura.

Así fué pasando el tiempo hasta terminar con mi época de estudiante. Inicié mi trabajo en administración y contabilidad de empresas, me trasladé a una ciudad y allí me convertí en esposa y madre, pero mi vida seguía estando incompleta a pesar de que tenía todo cuanto podía desear.

Esa inexplicada sensación me llevó a buscar cosas nuevas, temas como por ejemplo: fenómenos paranormales, extraterrestres, esoterismo, religiones, filosofías, etc. No obstante pensé que todas esas enseñanzas no habían conseguido evitar que el mundo se degradara. Lejos de apaciguar mis inquietudes, éstas aumentaron y fué entonces cuando pensé que en algún lugar, tenía que hallar respuestas a mis preguntas, ¿Quién podía contestarme?. Con la esperanza de que Alguien me escuchara, rogué que se me permitiera encontrar, conocer y entender, los interrogantes que la vida me planteaba.

Muy pronto las circunstancias de mi entorno hicieron que conociera a una serie de personas con inquietudes parecidas a las mías, relacionadas con la trascendencia del ser. Poco a poco fueron sucediendo una serie de hechos, que empezaron a cambiar el rumbo de mi vida y de ese modo pude comprobar que realmente existía Alguien extraordinario que no sólo me había escuchado, sino que también me ofrecía su ayuda.

Con las experiencias vividas, empezaron a llegar las respuestas. Mis inquietudes se apaciguaron y aprendí que no era necesaria una fe ciega para creer, sino que todo tenia su explicación y su razón de ser.

 

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